
Aunque sabían que era un suicidio, tan desesperada estaba aquella gente, que lo único a lo que se podían aferrar era a la esperanza de que ese hombre al que consideraban un héroe inquebrantable, una especie de Hércules, remara con su tablón durante más de 30 kilómetros a través de una potente tempestad.
Y Eddie Aikau fue.
Quebrantando todas las normas de seguridad y protocolos de navegación (nunca abandonar una embarcación que aún sigue a flote), y desoyendo los consejos del capitán de la embarcación (quien finalmente, le dio permiso para partir), Eddie Aikau abandonó la nave en busca de ayuda, en un intento de remar más de 20 millas hasta la isla más próxima, confiando en que su tabla de 12 pies le llevaría hasta la costa a través de la marejada. A los pocos metros de partir, se quitó la ropa impermeable y el chaleco salvavidas que llevaba. Pagó su decisión con la vida.

Este y otros pasajes aparecen en el libro de Stuart Holmes Coleman, "Eddie would go", biografía del surfista hawaiano Eddie Aikau, conocido por sus proezas como tamañero y socorrista en la North Coast.
Considerado en su Hawai'i natal un héroe, por su forma de vivir y su forma de morir, Eddie Aikau, como la mayoría de las personas, tuvo una vida llena de claros y oscuros, y quizás no tenía miedo a los olones de 15 metros, pero sí a otras trivialidades de la vida cotidiana. Hay quien dice que eso fue lo que acabó con su vida...

Diferentes matices, y no siempre agradables del "aloha spirit" a la hora de tomar cuerpo... Ahí están todos, y que cada uno saque sus conclusiones...

Have a nice day, Eddie...
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