sábado, 15 de marzo de 2014

tres años en las nuevas hébridas




A pesar del jaleo económico-personal-profesional-existencial que tenemos últimamente (visita de los cacos incluida, y van tres en un año..) y que nos mantiene algo alejados de nuestra actividad blogueril, hemos encontrado un hueco para hacer esta pequeña entradilla, ya que la ocasión lo merece. Y es que cuando nos cae entre las manos alguna pieza especial, nos gusta hacer una reflexión más profunda sobre ello y dejarlo plasmado por aquí...

En este caso, el libro en cuestión que ha suscitado nuestras pasiones es "Tres años en las Nuevas Hébridas", del abogado y traductor catalán (no saben hasta qué punto esos atributos coinciden con los nuestros...) Manuel Bosch Barret. Gracias al buen amigo Godard, siempre inspiradora su compañía, somos afortunados poseedores de una edición original de la obra, la editada por Pal·las en 1943, un libro objeto precioso, apasionante, increíblemente actual setenta años después, y que sin lugar a dudas, pasa a formar parte de la estantería premium de nuestra biblioteca, con London, Conrad, Baroja y cía...

El libro narra el viaje del abogado Bosch Barret por los Mares del Sur hasta llegar a Port Vila, capital de las Nuevas Hébridas, actualmente, las Vanuatu, pasando por el Medio Oriente, el Índico, Indonesia, Australia y demás islas paradisíacas del Pacífico Sur. El argumento resulta algo similar al de Charles de Varigny, que en su libro "Mi vida en las Islas Sandwich", habla de su periplo diplomático en el Hawái de finales del siglo XIX, y del que también dimos buena cuenta en este blog anteriormente. Y aunque también interesante, el enfoque de Varigny era más antropológico, y sin duda, falto del punch de Bosch Barret.

En el caso de Bosch Barret, burgués, intelectual, ingenioso, y seguramente, algo snob, la crítica colonial se mezcla con la ironía y las inevitables comparativas que va realizando el autor a medida que se mezcla con todo tipo de culturas y situaciones, desde el mundo musulman, hasta la Australia más yankee, pasando por la inevitable seducción sufrida tras pasar por las inenerrables Islas de la Sociedad, embrujo por otro lado, del que nadie que haya pasado por allí se libra... Eso sí, todo regado con whisky y champaña debidamente degustado en los halls y terrazas de los hoteles más lujosos de los Mares del Sur.

Coincidimos extraordinariamente con ciertas opiniones del autor acerca de, por ejemplo, los australianos, los chinos, o el "supuesto" espíritu aloha de los canacos y maoríes, tan mitificado desde otros lares, y de tintes agridulces si se conoce con cierta profundidad. Y nostalgia, mucha nostalgia, sobretodo para el que haya paseado por las señoriales avenidas de Melbourne, para el que haya paseado por The Rocks a la sombra del puente de Sydney, para el que eche de menos los puestos de comida callejera de Shanghai o Bangkok, las escarpadas laderas de los fiordos neozelandeses, las playas de la península de Otago o las cálidas (aunque nunca molestas por caldosas) aguas de la laguna de Bora Bora... "Volveré", nos decimos todos, incluido el autor... pero cada día estamos más lejos de hacerlo...

No queremos extendernos mucho más, y simplemente, recomendar el libro a todos aquellos que, como nosotros, sin saber por qué, tienen un pálpito en su interior que les hace soñar con esa parte del mapa, ese mismo pálpito que seguramente hace que nos subamos en un pedazo de espuma y nos tiremos al agua a buscar no sé muy bien el qué... No creo que sean las olas en sí mismo, seguro que es otra cosa...



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