lunes, 31 de marzo de 2014

jardiel al aparato




Más o menos es lo que vendría a decir el nieto de uno de nuestros autores preferidos de todos los tiempos, el grandísimo Jardiel Poncela, y que, ni corto ni perezoso, se puso en contacto con nosotros por e-mail para hablarnos de su última añagaza editorial (el nieto, no él, está claro).

Así pues, aqui tenemos a Enrique Gallud Jardiel, nieto de su abuelo, trabando lazos literarios con los impresentables de Fishbone... Hemos de reconocer que un leve cosquilleo de emoción nos recorrió el espinazo cuando alguien como el "nietísimo" nos dirige la palabra, y encima, se digna a enviarnos su último libro, "Historia estúpida de la literatura", para que le echemos un ojo... snif, snif, se nos cae la lagrimilla de la emoción.

Y además, no te jiba, va el gachó este, y encima te partes con el libro... Así, pues, se confirma una vez más que el refranero español no miente más que habla cuando dice que de "casta le viene al cocido" (¿o era el camello?, no sé, discupen... lapsus lingue vel calami).

En cualquier caso, se necesitan pocas líneas para reconocer en el texto del "nietísimo" el humor de su abuelo; un humor marxista (de Groucho, ¿de quien va a ser sino?... ¿del barbas que puso medio mundo patas arriba?), inesperado, a ratos absurdo, a ratos intelectual, a ratos inocente, ligeramente cítrico y en algunos momentos, desternillante.

Destacan del libro algunos pasajes delirantes, como la parodia de "El comité de Kafka", o el capítulo dedicado a los pirobolinos. Les garantizó que no hay bípedo en sus cabales que no se descojone al leer ese delicioso "Pirucho Estrepo" que pone al "Pirobolino Fulaz" de la poetisa Floriana Roz a los pies de los caballos. ¡Por Dios, si más que un pirobolino, parece un anacreto!! Malditos poetas hipster.

Ha quedado clarito,¿verdad?

Déjense ir, muchachos, la verdad está ahí afuera


lunes, 24 de marzo de 2014

slack key guitar


Una de las mejores portadas de disco que he visto en toda mi vida...




Y encima, el disco es bueno.

martes, 18 de marzo de 2014

surf sauna



Tíos, debéis estar de coña... unbelievable...







sábado, 15 de marzo de 2014

tres años en las nuevas hébridas




A pesar del jaleo económico-personal-profesional-existencial que tenemos últimamente (visita de los cacos incluida, y van tres en un año..) y que nos mantiene algo alejados de nuestra actividad blogueril, hemos encontrado un hueco para hacer esta pequeña entradilla, ya que la ocasión lo merece. Y es que cuando nos cae entre las manos alguna pieza especial, nos gusta hacer una reflexión más profunda sobre ello y dejarlo plasmado por aquí...

En este caso, el libro en cuestión que ha suscitado nuestras pasiones es "Tres años en las Nuevas Hébridas", del abogado y traductor catalán (no saben hasta qué punto esos atributos coinciden con los nuestros...) Manuel Bosch Barret. Gracias al buen amigo Godard, siempre inspiradora su compañía, somos afortunados poseedores de una edición original de la obra, la editada por Pal·las en 1943, un libro objeto precioso, apasionante, increíblemente actual setenta años después, y que sin lugar a dudas, pasa a formar parte de la estantería premium de nuestra biblioteca, con London, Conrad, Baroja y cía...

El libro narra el viaje del abogado Bosch Barret por los Mares del Sur hasta llegar a Port Vila, capital de las Nuevas Hébridas, actualmente, las Vanuatu, pasando por el Medio Oriente, el Índico, Indonesia, Australia y demás islas paradisíacas del Pacífico Sur. El argumento resulta algo similar al de Charles de Varigny, que en su libro "Mi vida en las Islas Sandwich", habla de su periplo diplomático en el Hawái de finales del siglo XIX, y del que también dimos buena cuenta en este blog anteriormente. Y aunque también interesante, el enfoque de Varigny era más antropológico, y sin duda, falto del punch de Bosch Barret.

En el caso de Bosch Barret, burgués, intelectual, ingenioso, y seguramente, algo snob, la crítica colonial se mezcla con la ironía y las inevitables comparativas que va realizando el autor a medida que se mezcla con todo tipo de culturas y situaciones, desde el mundo musulman, hasta la Australia más yankee, pasando por la inevitable seducción sufrida tras pasar por las inenerrables Islas de la Sociedad, embrujo por otro lado, del que nadie que haya pasado por allí se libra... Eso sí, todo regado con whisky y champaña debidamente degustado en los halls y terrazas de los hoteles más lujosos de los Mares del Sur.

Coincidimos extraordinariamente con ciertas opiniones del autor acerca de, por ejemplo, los australianos, los chinos, o el "supuesto" espíritu aloha de los canacos y maoríes, tan mitificado desde otros lares, y de tintes agridulces si se conoce con cierta profundidad. Y nostalgia, mucha nostalgia, sobretodo para el que haya paseado por las señoriales avenidas de Melbourne, para el que haya paseado por The Rocks a la sombra del puente de Sydney, para el que eche de menos los puestos de comida callejera de Shanghai o Bangkok, las escarpadas laderas de los fiordos neozelandeses, las playas de la península de Otago o las cálidas (aunque nunca molestas por caldosas) aguas de la laguna de Bora Bora... "Volveré", nos decimos todos, incluido el autor... pero cada día estamos más lejos de hacerlo...

No queremos extendernos mucho más, y simplemente, recomendar el libro a todos aquellos que, como nosotros, sin saber por qué, tienen un pálpito en su interior que les hace soñar con esa parte del mapa, ese mismo pálpito que seguramente hace que nos subamos en un pedazo de espuma y nos tiremos al agua a buscar no sé muy bien el qué... No creo que sean las olas en sí mismo, seguro que es otra cosa...



lunes, 10 de marzo de 2014

monopatín azul limón





Ahora que hasta los políticos locales le pegan al monopatín-azul-limón y hasta se declaran goofy o regular en la intimidad, unos cuantos decks bonitos, como por ejemplo, los de Salem Boards, de maderas recicladas...






O estos otros, de BlastSkates...



jueves, 6 de marzo de 2014

huntington beach, 1963





Cada vez nos cuesta mar encontrar imágenes de menos de 40 años que nos pongan palote... Qué triste es el presente... ¡y vivan los Walkman, cohone!