jueves, 28 de febrero de 2013

bernard moitessier





La entrada de hoy viene a cuenta del librito "Un vagabundo de los Mares del Sur", del navegante francés originario de las colonias de Indochina, Bernard Moitessier, un libro que, contra todo pronóstico (cuando cayó en nuestras manos, lo tomamos por unos segundos por un diario de bitácora tostón..), está resultando delicioso.

Basado en hechos reales, explica las andanzas del atrevido garçon que acabó dando la vuelta al mundo tropocientas veces en solitario, explicando, entre otras lindezas, cómo un tiburón se le zampó medio pie, naufragios varios, o como sobrevivía en los puertos de sudáfrica a base de arroz, cormoranes y pingüinos... ¡derribados con su tirachinas! ¡Ja! Nos parece maravilloso...

Un libro especialmente recomendado para los que tenemos claro que nos han parido en el lugar y la época equivocada...

Tirando del hilo de Moitessier, hemos encontrado un blog (im conciencia blog), con un post muy interesante, que reproducimos aquí. Claro que sí. Ahí va enterito, nosotros solo copypasteamos...

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"No tengo ningún deseo de regresar a Europa con todos sus falsos dioses. Ellos te comen el hígado y succionan tu médula y te brutalizan. Voy donde puedes unirte a un barco cuando quieras y el sol es libre, así como el aire que respirar y el mar en el que nadas, y donde puedes asarte en un arrecife de coral. Sigo sin escalas a las islas del Pacífico, porque soy feliz en el mar, y quizás también para salvar mi alma."

Usando una honda, Bernard Moitessier catapultó este legendario mensaje en el puente de un petrolero.
Con su famoso barco "Joshua", se encontraba a la cabeza de la carrera en solitario navegando alrededor del mundo.Volviendo su espalda a los honores de la victoria, el navegante decide continuar el viaje hacia el sol del Pacífico, para continuar su "largo camino" del que emergerá cambiado para siempre.

Retrato de un vagabundo de los Mares del Sur para el que la aventura de la escritura es tan importante como el de la navegación:

“Libre a derecha, izquierda libre, libre de todas partes...”

¿Por qué el tomó esta decisión?

Como su amigo Jean-Michel Barrault escribió de él en la revista Match:

Por 5 meses solo en el océano, un hombre ha luchado con una multiplicidad de problemas técnicos, ha mostrado su resistencia física, corrido riesgos que podrían no haber sido previstos, pero por sobre todo ha visto su propia verdad, ha silenciado los sonidos del mundo y hablado con las olas, con la espuma voladora, con los jirones de nubes, con los albatros y los petreles. Él ha vivido en los Rugientes Cuarentas, no como un extranjero sino profundo en la belleza del océano del cuál dice:

"Siempre conservaré la memoria de estas olas gigantes, del increíblemente bello mar".

Lo que lo esperaba en Plymouth fue también el otro lado de la gloria, las tumultuosas muchedumbres, la falta de respeto por el individuo, entrometidas indiscreciones. La violación de su sueño realizado que él no podía aceptar.

Un joven de Indochina

En ese tiempo, Vietnam se llamaba Indochina. Bernard Moitessier nació en 1925 en Hanoi. Pasó su infancia en Saigón, a la sombra del mango y el tamarindo con sus hermanos Jacky Francou, Gilbert y su hermana Babette. Su padre se encargaba de un negocio floreciente.

Compró tierras para plantar café y arroz. Moitessier, el hijo de un agricultor, hará su primer vuelo en el mar a bordo de un junco. Pasa la primera noche con las estrellas como guía para llegar a la isla de Tamassou. Este viaje de cuarenta millas con, a la llegada, la salida del sol sobre el Golfo de Siam, le dará al adolescente el virus de la mar.

En 1945, a la edad de veinte años, Moitessier conoce los horrores de la guerra con la lucha fratricida entre franceses y vietnamitas. Entonces se alistó en el ejército francés para luchar contra los comunistas vietnamitas. El respeto de la vida de otras personas lo llevó a desviar su arma cuando el enemigo se puso en su punto de mira.

Después de la guerra, Moitessier deja el negocio de la familia para crecer por su cuenta en la navegación costera. Sin éxito. Luego viaja seis meses a Europa, a la que descubre con asombro. A bordo de la nave que lo trajo de regreso a Saigón conoció a su primer amor, y así llamará a su primer barco: Marie-Thérèse. El compromiso es tan rápido como la ruptura. Es demasiado pronto a instalarse con su esposa e hijos. La llamada del mar es más fuerte.
Las escalas y los naufragios

A los 26 años, finalmente, es la primera vez que inicia realmente un gran viaje, en el Snark, un barco de madera vieja (y como descubrirá mas tarde, también podrida), en compañía de su amigo Deshumeurs. Los navegantes en ciernes quieren llegar a Australia.

Después de cruzar el Golfo de Siam y de una escala en Singapur y las islas Anambas se encuentran varados en Indonesia, sin un visado válido. Seis meses más tarde está de vuelta en Saigón, frustrado, pero feliz de haber vivido la aventura.Parte solo, sin dinero, con la cantidad mínima de comida basura en el Marie-Thérèse para un largo viaje en el océano Índico que llevará al navegante desde Kampot en Indochina hasta el atolón de Diego García, donde, después de 85 días en el mar, el barco naufraga por la violencia de los monzones.

Luego viene una larga escala forzada de tres años en donde Moitessier realiza diversos trabajos para reflotarse financieramente: carbonero, pescador de Isla Mauricio y conferenciante ... Todos sus ahorros serán entonces desperdiciados en la construcción de un nuevo barco, un velero de 8 metros, el Marie-Thérèse II, sobre el que se embarcará en el 2 de Noviembre de 1955 para una nueva aventura marina.

Muy rápidamente la falta de dinero le obligará a echar el ancla frente a las costas de Sudáfrica.
Luego, con los bolsillos llenos una vez más, Moitessier reprende el camino para finalmente naufragar de nuevo en el Caribe, lo que le obliga a dar la espalda a sus sueños y unirse a Francia como marino en un petrolero (no sin antes considerar seriamente en construir un barco con papel de periódico para intentar cruzar el Atlántico y regresar a Francia). Este navegaba a Estocolmo vía Hamburgo, en donde Moitessier lo deja y viaja a París.

El nacimiento de un escritor

A los treinta y cuatro años, sin méritos ni diplomas, Moitessier parte de cero. En su buhardilla en París, medita sobre sus desgracias sucesivas. Para sobrevivir aceptó un trabajo como visitador médico. Y luego se convirtió en vendedor de barcos.

Mientras realizaba esta última actividad, un periodista le aconsejó que escribiera un libro en el que refiriera sus alegrías y desdichas de navegante en solitario. Será el "Un Vagabundo de los Mares del Sur ", escrito en habitaciones de hoteles y cafés de provincia. El libro, publicado en 1960 por Flammarion en la colección "La aventura de vivir", tiene miles de lectores.

Esto le dio mas dinero del que había visto nunca. Más importante, lo estableció como uno de los marinos de élite del mundo, y atrajo la atención de mucha gente influyente en el mundo de los barcos.
Uno de estos, además de su editor, fue el bien conocido ingeniero naval Jean Knocker, quién se acercó a Bernard con el plan de diseñar un nuevo barco incorporando su experiencia práctica.

Por un año los dos trabajaron en los detalles. Entonces un empresario llamado J. Fracaul, dueño de una empresa de 250 empleados dedicada a construir calderas, y un navegante también él, le dijo a Bernard que lo fuera a ver. Fracaul tenía una nueva técnica para construir barcos de acero y quería construir uno para Moitessier cobrándole solo los materiales.

Bautizado "Joshua" por el nombre del famoso navegante Joshua Slocum, su nuevo velero de 12 metros hizo sus armas en una escuela de cruceros en el Mediterráneo. Luego Moitessier, junto con su esposa Françoise, se dirige a Tahití a través del Atlántico y el Pacífico.

El viaje de retorno es una hazaña sin precedentes en el mundo del mar: 126 días en el mar, sin escalas, pasando por la difícil y peligrosa ruta del legendario Cabo de Hornos. El editor Jacques Arthaud publica la historia de esta aventura extraordinaria con el título de "El Cabo de Hornos a vela". Nace un escritor.

La carrera loca

Luego de reunirse con su barco en el puerto de Toulon, Moitessier es abordado por un periodista del Sunday Times quien le propone participar en la primera carrera en solitario y sin escalas. El periódico de Londres, patrocinador de la carrera, le da a esta carrera el nombre de " Golden Globe Race "(Carrera del Globo de Oro).

Las reglas son simples: cada navegante implicado en la carrera dará la vuelta al mundo en solitario a través de las tres etapas sin tocar tierra, sin asistencia externa o suministros. El primero en cruzar la línea de meta ganará la bonita suma de cinco mil libras esterlinas y el premio Golden Globe Race.
Después de enviar a pasear al periodista, Moitessier acepta participar en la carrera sin ocultar su desprecio por este tipo de competencia. No tiene nada que probar, pero esta será su carrera. En el verano de 1968, nueve marineros de todo el mundo se lanzan en pequeñas embarcaciones equipados con un sextante sencillo para el posicionamiento y una radio para comunicarse, que algunos como Moitessier se niegan a embarcar. Jamás se había realizado un desafío tal. Un viaje salvaje que seguirá siendo la aventura marina más grande de todos los tiempos.

Solo entre los mares y los cielos

El 22 de agosto de 1968, Moitessier sale de Plymouth, Inglaterra, a bordo del Joshua. Tiene cuarenta y cuatro años y enfila a siete nudos en una niebla absoluta hacia el más largo viaje en solitario de su vida. ¡Como un relámpago, cruza el Océano Atlántico dejando muy por detrás a otros competidores como Chat Blyth que aprenderá a navegar en los Rugientes Cuarentas!

El 24 de octubre, Joshua cruza el cabo de Buena Esperanza para seguir su ruta sobre el Océano Índico en dirección de Australia. Seis meses pasaron cuando el ketch de acero pasa el Cabo de Hornos.

El Joshua va hacia el Hornos bajo el resplandor de las estrellas y la ternura un poco lejana de la luna… No sé bien ya donde estoy, si corremos desde hace tiempo más allá de las fronteras del exceso.

En Francia e Inglaterra ya se considera al navegante solitario como el vencedor de la carrera. Se preparan a enviarle una armada de barcos para acompañarlo hasta Plymouth. El 18 de marzo, cuando alcanza las costas de Sudáfrica, acaba de cerrar la vuelta del globo, y Moitessier anuncia oficialmente (con unas tirachinas) su decisión de abandonar la carrera "para salvar su alma" y proseguir su "largo camino".

“Volver a entrar [en Plymouth] -escribirá en sus memorias- equivaldría a no haber ido nunca de verdad.”

Deja detrás a los honores y el dinero para ir hacia el sol, hacia las islas del Pacífico. Al fin llega a Tahití, en donde atracará después de diez meses de navegación sin tocar tierra y la hazaña de realizar una vuelta al mundo y media. El epílogo de la carrera será trágico. Uno sólo de los competidores cruzará la meta. Uno de ellos, Crowhurst, se suicidará después de haber hecho creer que estaba en cabeza de la carrera mientras que en realidad erraba a lo largo de las costas… La locura y la muerte habían dominado la Golden Globe Race. Moitessier se había desviado para realizar su sueño de libertad.

Algunas escenas del velero Joshua y de las condiciones de la mar que enfrentó en la Golden Globe Race, filmadas por el propio Moitessier, pueden ver aquí.

Una gota de paraíso

Durante dos años, en la bodega de su barco amarrado en Papeete, Moitessier escribió su tercer libro, "The Long Road" (La Larga Ruta), el relato de sus diez últimos meses solo en el mar. Un duro trabajo literario durante el que conoce a su segunda mujer, Iléana. Su hijo Stephan nace en 1971. La pequeña familia decide volver a partir con el Joshua. Un viaje de dos años con escalas en Nueva Zelanda, París y Jerusalén, luego la vuelta a Polinesia en el atolón de Ahé.

Sobre el islote paradisíaco de Poro-Poro, el navegante construye su "faré", vivienda tradicional tahitiana. El sueño del oasis toma forma. Una vida pacífica de Robinson al sol, a ritmo con la pesca, la jardinería y la caza de las ratas que diezman los cocoteros de la isla… También algunos visitantes que comparten la sed de libertad del navegante como el cantante Antoine o el joven periodista Dominique Charnay que será su confidente de los veinte últimos años.

El naufragio del Joshua

En 1978, el marinero nómada se instala en Moorea, en donde encuentra el windsurfista Arnaud de Rosnay, que lo aconseja para su expedición en windsurf de las Marquesas a Hawai. Después de diez años pasados en Polinesia, cansado del entorpecimiento tropical, Moitessier va a San Fransisco, con la idea también de reflotarse financieramente. El fiel Joshua, a pesar de las heridas de la edad, atraca en Sausalito después de treinta y ocho días de travesía. En este lugar en la bahía de San Francisco Moitessier sólo tendrá desengaños. La tierra prometida resulta ingrata hacia el navegante.

Después de haber realizado algunos magros logros económicos al ejercer pequeños trabajos, piensa a ir hacia México. Un admirador incongruente de cabello hirsuto le propone entonces 30.000 dólares para que lo lleve a Tahití y le enseñe a navegar. El desconocido no es otro que el actor Klaus Kinski, el conquistador genial de la película de Werner Herzog "Aguire, la cólera de Dios". En el último momento, por razones de rodaje, el actor cancela el viaje, pero pide a pesar de todo a Moitessier embarcarlo con él hasta México. Frente a las costas mexicanas, el navegante invita a Kinski a permanecer algunos días más sobre el Joshua para perfeccionar su aprendizaje. Un brusco e inusual ciclón fuerza a Moitessier a descargar al actor sobre tierra firme, desde donde asiste al naufragio de Joshua. En el último momento, Moitessier abandona su barco para unirse a Kinski sobre la playa.

Será el final del Joshua, tomado por los elementos desencadenados y la cólera de los dioses del mar.El ciclón arranca al Joshua del muelle y lo tira sobre la costa. Moitessier le regala el casco a dos jóvenes "porque los encontraba simpáticos". Ellos lo reparan y navegan con él algunos años, hasta que se lo venden a una navegante norteamericana.

El velero mítico luego es rescatado y restaurado por el Museo Marítimo de La Rochelle y allí permanece en lo sucesivo, con otros barcos notables, clasificado como monumento histórico.

Un nuevo comienzo

El eco del naufragio de Joshua repercute en todo el mundo. En 1983, su notoriedad le permite a Bernard Moitessier construir su quinto barco (después de "Le Snark" (1951), "Marie Thérèse" (1952), "Marie Thérèse II" y "Joshua" (1961): el "Tamata" ("Intentar" en polinesio). Entonces alza las velas para Hawai, luego Tahití y Papeete (tenía 58 años). Ahí encuentra a Véronique, su última compañera, que le incita a hacer escala en Issy-les-Moulineaux, un suburbio parisiense. La aventura sigue en tierra con la escritura de sus memorias. Una aventura que juzga tan rigurosa y difícil como el mar. En 1986, Moitessier vuelve a Francia y comienza a escribir "Tamata y Alliance", su último libro, imprimido de una filosofía ecológica y que será acabado en julio de 1993.

La "bestia"

Durante la redacción de su libro, Moitessier se entera de que tiene un cáncer de próstata. Hasta piensa en confiar la terminación de Tamata a su amigo Dominique Charnay. Decide entonces combatir al "animal" con tanta paciencia como la que hacía prueba de cara a olas de 25 metros en los mares. ¡Visita Bretaña, en donde encuentra viejos amigos como Jean-Yves Le Toumelin, otro gran navegante solitario que, con su velero Kurun hizo una vuelta al mundo en 1949!

Se reencuentra también con su Joshua, adquirido y restaurado por el museo marítimo La Rochelle. En febrero de 1992, entrega por fin a Carlos-Henri Flammarion el manuscrito de "Tamata y Alliance".

Las últimas páginas se escribirán a bordo de la laguna de Raiatea, cerca de Bora Bora. Se acerca el final. Lo será de verdad cuando Moitessier, para la revista Velas y Veleros, realiza un corto viaje a Vietnam. La casa familiar está en ruinas. A bordo del golfo de Siam, el navegante encuentra a algunos amigos de la infancia. Poco sensible a las quejas nostálgicas, no se retrasa, presionado para volver a partir. Gracias a los derechos de autor de Tamata, que está en cabeza de las ventas, ayuda a algunas personas con necesidades como la navigante Anita Conti.

Debilitado, recibe a sus amigos acostado en un sofá, con un sarong de su tamaño. Muere el 16 de junio de 1994, rodeado de sus amigos, en paz y serenidad, y es enterrado en el municipio de Bono en Morbihan. Decía,

“La muerte es natural, la vida es maravillosa.”

Nota: la mayor parte de este artículo es una traducción del artículo escrito por Jean-Luc Bitton.

Fuentes: Carnet d'Escale, Incommensurablement, Libro "The Circumnavigators", por Don Holm
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